Porque Jaguares debe ser campeón

CRÓNICAS INSTANTÁNEAS. Porque jaguares debe ser campeón.

El rugby argentino vive momentos sublimes. No sólo producto de resultados más que alentadores, sino atado a una estructura deportiva digna de admiración. Léase, para aquellos que no son argentinos, que merecen mi respeto y sorpresa, porque en definitiva, yo también argentino, no estoy acostumbrado a esta dinámica de planificación de trabajo.
La gente del Súper Rugby, está compleja y profesional liga de este deporte que nuclea a franquicias de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica, tuvo hace unos años la genial apuesta de invitar a dos franquicias extranjeras; Sunwolves , japonesa de origen pero llena de foráneos, y Jaguares. La primera de ellas no tuvo otro fin más que comercial para ampliar el mercado profesional a un continente poderoso en billetes. No acompañaron los resultados y ya está pronta a ser desterrada de esta competencia. La segunda, Jaguares, vio una oportunidad deportiva reclamada y peleada con fiereza por años en escritorios de la SANZAR , organismo de rugby que integraban aquellos países y pasó a llamarse SANZAAR con Argentina.
Jaguares nunca fue un oponente significativo para el resto. Si bien, profesionalizó a muchos jugadores integrantes de Los Pumas, incluso algunos con interesantes contratos en Europa, la cantidad de rugbiers de nivel internacional nunca fue mayor en número ni calidad al que poseían Los Pumas.
En los primeros años en el Súper Rugby su andar fue dispar, con las dificultades lógicas de competir a veces en Buenos Aires, a veces a miles de kilómetros, y chocar literalmente frente a rugbiers profesionales. Físicamente, mentalmente y deportivamente en otro escalón.
Aunque claro está, es bien conocida la garra puma. Esa mítica entrega que envuelve a quien se pone esa camiseta. Ese argumento, contra equipos rivales que funcionan como máquinas no solo es desigual, sino que pareciera casi desleal. Y no alcanzó.
Entonces, hizo falta un plus. Y ese aditivo a mi modesto entender, se llama Mario Ledesma. Ese ex puma con origen como entranador en Francia en sus comienzos y profesionalización absoluta en los Wallabies, fue el origen del todo. Repatriar y profesionalizar jugadores estuvo bien, sentó en definitiva la base sobre la cual trabajar y moldear el fenómeno. Pero importar conducción con formación profesional fue el agregado para competir al mismo nivel. Ya no solamente competimos bajo las mismas reglas sino que el componente deportivo mejoró en cantidad, y en calidad.
La salida del ex entrenador de Los Pumas, Daniel Hourcade, solo hizo que sucediera lo lógico, Ledesma tomó la conducción de Los Pumas y arribó a Jaguares, Gonzalo Quesada. Este último, parte del staff del seleccionado francés, Stade frances entre otros. También seleccionador de primer mundo en un rugby de elite. Y el golpe volvió a ser certero, astuto y contundente. Quesada continuó el camino recorrido por Jaguares en sus ciclos anteriores.
En sus primeros minutos bajo la franquicia, declaró:”nos vamos a hacer fuerte en defensa”. Y vaya si cumplió. Este rugby argentino de exportación bajo su conducción sobre todo se hizo más fuerte en los cruces, y ya ese primer contacto con neozelandeses y sudafricanos empezó a arrojar resultados positivos y la primera línea de tackle aumentó su eficacia. Esto no fue solo un trabajo mental; el orden, la disciplina y la concentración se elevo a otro nivel.
Y las formaciones fijas empezaron a tener otros resultados, sobre todo el scrum. Componente fundamental del rugby argentino, admirado, estudiado y exportado en otros tiempos, en los últimos años su funcionamiento trajo problemas. Primero porque el juego del rugby argentino tuvo la tendencia de ser más dinámico y abierto, el rugby profesional y los malos resultados exigian ese cambio; y segundo porque se dejó de formar primeras líneas, los mal llamados gordos, que son el punto de contacto de dicha figura.

Y el maul, se hizo un componente cargado de técnica y eficacia en este grupo. Incluso muchos tríes vinieron por esta vía. Pero si esto fuera poco, viene lo más jugoso. Adquirió una sistemática de juego que dejó de lado los fundamentales o imprescindibles. Hoy, en Jaguares no se tiene en cuenta quien juega. Se igualó esa diferencia lógica entre titulares y suplentes, entonces, la sana competencia dentro del grupo aumento significativamente el nivel de todos. Y en esa condicion, se empezó a igualar el nivel con las otras franquicias, tan lejanas en otros tiempos.
Al nivel de jugadores consagrados como Agustin Creevy o Pablo Matera, titulares insustituibles en el pasado, primero fueron agregándose Marcos Kremer, Bautista Delguy o Emiliano Bofelli. Hoy, la cantidad de jugadores en ese nivel es infernal. Solo por citarlos, Montoya, Petti, Moyano, Ortega Desio, Tetaz Chaparro, De la Fuente, Moroni, Lavanini, Cubelli….. Y la lista es interminable. Transitan presentes notables. Incluso, algunos que venían con menos minutos, en peor forma física por lesiones, que son habituales, fueron sustituidos por nuevas incorporaciones, que cuando les toca ingresar sorprende el nivel y la adaptación a un ritmo de juego que si bien es parecido al rugby casero, definitivamente es un deporte muy diferente.
Los resultados empezaron a llegar. Y entonces pasó lo inevitable. Algunos poderosos del sur, se empezaron a sentir jaqueados y con razón por Jaguares. Ya no solo era el seleccionado argentino devenido en franquicia, de tercer mundo, que peleaba con pasión, pero prometía más de lo que cumplía, sino que lentamente en el año anterior y vertiginosamente este año, se transformó en un competidor feroz que agregó fuerza física, lectura de juego y un análisis táctico que llevó a golpes resonantes frente a los mejores equipos.
Hubo ex rugbiers australianos enojados con este cambio de escenario en la competencia, que hicieron declaraciones sobre la no inclusión de Jaguares en el Súper Rugby, por considerarlo no una franquicia sino un seleccionado nacional, y soslayaron un engaño en los términos iniciales por parte de los argentinos, por utilizar el apoyo de los otros equipos del SANZAAR para el crecimiento de Los Pumas en el primer mundo del rugby. Y algo de eso hay, pero allá en sus comienzos nadie creyó que Argentina pudiera sacarse de su cabeza esa mentalidad amateur y elitista que socialmente plantea la formación a nivel clubes. Y mucho menos, que no solo compitiera con Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, sino que empezará a ganarles.
Si no sucede una catástrofe, Jaguares al menos, debería arribar a semifinales del Súper Rugby. Y allí, en mi opinión, por nivel de juego y fundamentalmente por fortaleza anímica y confianza, es el candidato frente a cualquiera, incluso Crusaders o Hurricanes, ambos con integrantes de los invencibles All Blacks.
Suena idílico. Lo sé. Pero ninguna franquicia concentra tanto potencial. Y esto implica la materia prima para seguir creciendo.
Existe una posibilidad firme de asegurarse localía en los playoffs hasta semifinales. Y esto no es un dato menor. Resta minutos de viaje en los tramos finales y además, jugar en casa tiene otro condimentos.
Si se mantiene firme en defensa; se conserva la concentración en momentos claves de los partidos y la bendita suerte pone el resto, Jaguares es candidato a campeón. En definitiva, la mística puma se esconde en este equipo, que empieza a afilar sus garras, acaso como nunca en su historia.

 

Por Vitto V.

 

 

 

 

 

 

 

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